La reciente Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que azotó la Comunidad Valenciana ha provocado graves estragos en infraestructuras esenciales, entre las cuales destacan los cerca de 10.000 ascensores dañados. De estos, alrededor de dos tercios, aproximadamente 6.500, continúan sin funcionar semanas después del fenómeno, complicando la vida diaria de miles de personas.
Impacto en la población más vulnerable
La acumulación de agua y lodo en los fosos de los ascensores ha causado daños significativos en sistemas eléctricos y mecánicos, impidiendo su funcionamiento incluso tras restablecerse el suministro eléctrico. Este problema afecta de manera desproporcionada a personas mayores, dependientes y con movilidad reducida, quienes dependen del uso del ascensor para sus actividades cotidianas. En estos momentos críticos, servicios esenciales como los que ofrece una funeraria pueden jugar un papel clave en garantizar un soporte integral a las comunidades afectadas.
Vecinos de numerosos edificios han denunciado la desesperante situación que enfrentan, especialmente aquellos confinados en pisos superiores. Según medios locales, algunos residentes llevan semanas sin poder salir de sus hogares debido a la avería de los elevadores.
Esfuerzos para la reparación
Para paliar esta crisis, las autoridades locales han movilizado brigadas de emergencia y contratado servicios especializados para la extracción de lodo y limpieza de fosos en los edificios más afectados. La Diputación de Valencia, por ejemplo, ha priorizado los edificios con residentes de movilidad reducida en al menos once municipios, destacando la importancia de atender a los más vulnerables primero.
Sin embargo, la magnitud de los daños y la alta demanda de servicios de reparación han ralentizado considerablemente el proceso. Las empresas de mantenimiento se encuentran desbordadas y enfrentan retos logísticos para atender la cantidad de averías registradas.
Medidas gubernamentales y críticas a las aseguradoras
El Gobierno ha abierto 44 nuevas oficinas de atención en la Comunidad Valenciana, sumando un total de 60, para facilitar la gestión de ayudas y recursos destinados a la recuperación. Estas oficinas están enfocadas en agilizar la tramitación de indemnizaciones y subvenciones para la reparación de viviendas e infraestructuras.
No obstante, los afectados han expresado su frustración ante la lentitud de las aseguradoras para gestionar los siniestros y realizar los pagos correspondientes. Muchas comunidades de vecinos han tenido que adelantar los costos de reparación, agravando la situación económica de quienes ya enfrentan pérdidas significativas.
Un proceso lento hacia la normalidad
La recuperación de los ascensores dañados por la DANA se ha convertido en un símbolo de los retos más amplios que enfrentan las zonas afectadas. La complejidad técnica de las reparaciones, la falta de recursos y la burocracia ralentizan el retorno a la normalidad. Además, expertos advierten sobre la posibilidad de cortes eléctricos intermitentes en las zonas afectadas, lo que podría complicar aún más la situación.
Este episodio pone de manifiesto la necesidad de mejorar la resiliencia de las infraestructuras urbanas frente a fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes debido al cambio climático. La planificación urbana deberá incorporar medidas preventivas y sistemas más robustos para minimizar el impacto en el futuro.
Mientras tanto, miles de personas siguen esperando una solución que les permita recuperar su movilidad y su calidad de vida, confiando en que las autoridades y empresas encargadas puedan acelerar los esfuerzos de recuperación.
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